La Opinión de Murcia

   Una amiga que vive cerca de mi casa me llamó porque a su marido le acababa de dar un infarto. Cuando llegué (minutos antes que la ambulancia) ya había fallecido. Oficialmente no, oficialmente continuaba vivo y lo estaría hasta que el médico expidiera el certificado de defunción, que viene a ser como el carné de identidad de los difuntos: no se pueden mover sin él. A mí, en el banco, me piden un certificado de existencia cada dos años. Hay un exceso de burocracia que […]
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